Es difícil no darle importancia al hecho que una de las personas que más he querido en los últimos meses te dé la espalda y se aleje así sin más. Tal como llegó, de una forma casual y hasta un punto graciosa, se fue; pero ahora lo gracioso raya en la ironía. ¿No es curioso como cambian las cosas? En un segundo, puff, todo puede ser diferente. Pero en este caso, ese diferente tiene un sabor amargo que le deja un desasosiego a mi alma.
Yo a esta persona en particular la quiero, la quiero más de lo que puedo querer, más de lo que se imagina, y más de lo que me quiere a mi, porque ahora pensándolo bien, no creo de a mucho que me haya querido alguna vez. Tocas la puerta, una, dos, tres, mil veces, y mil veces te la cierran en la cara, a veces con golpes tan duros que sientes que te fracturas por dentro. Y es así como deseas que hubiese un pegamento para pegar cada una de esas partes que están rotas dentro de ti, y que esa persona no ha hecho más que volverlas añicos y destrozarte. Porque vas amablemente y no está. ¿Son estos los requisitos de una amistad? Claramente no lo creo. ¿En qué momento se deja de ser amigo para convertirse en un total extraño?
Justo cuando sientes que todo en tu vida va bien, todo marcha de maravilla... Todo POR FIN está yendo hacia un lugar que hace mucho no visitabas, justo en ese momento viene esa persona que tanto querías y te devuelve a la triste realidad que no es como creías. Rabia, tristeza, mucha tristeza, pero más que todo, decepción. Eso es lo que se siente, decepción de ti, por continuar ahí, por no ver las cosas claras, decepción de ese otro que en cierta forma traicionó tu amistad. ¿Cómo tratar de decir que las cosas van bien cuando saludas de una forma tierna y te responden con un seco "Hola"? No sé. No sé que pensar en realidad. Quiero simplemente que todo vuelva a ser como antes, o que simplemente deje de doler. Dicen que el tiempo lo cura todo. Pero... ¿Cuánto tiempo tendré que esperar para que esto deje de sentirse como una puñalada fría directa al corazón? Estoy harta ya.